miércoles, 29 de agosto de 2007

el cuernito y la abeja


En fin, comenzaré como siempre lo hice por que allí estoy empezando, en esa noche de ese lunes que nunca se va de mi semana haciendo que todos los días sean lunes y todas las noches sean noches de lunes.
Hoy, después de convertir mis boletos de camión en fuertes barcos navales listos para la guerra que se librará en las costas de valencia en el mar mediterraneo, se me antojó como todos los lunes un cuernito de cajeta de la pequeña panadería del templo expiatorio de la ciudad. Y como todos los lunes en punto de las 19 horas decidí, de nuevo, arriesgar mi vida para saciar mi deseo de ese pan relleno de cajeta tan bien cotizado que cada vez los encuentro más caros.
arriesgué mi vida por segunda vez al entrar a esa pequeña panadería!el cuernito lo valía.
Entré sigilosamente, sin hacer movimientos rapidos ni bruscos, sin hacer un solo ruido, sin mirar siquiera la variedad de panes dentro de la panadería. Sólo y rápidamente tomé mi cuernito y pregunté a la señora, que atendía un pedido de más de 10 panes, el precio de mi pieza. Sólo escuchaba los zumbidos pasar a uno y a otro lado de mis orejas, las abejas parándose EN MI CUERNITO!!! tenía una ABEJA EN MI HOMBRO!!


La pequeña panadería estaba infestada de abejas que se metían a los barquillos rellenos, les quitaban la cubierta a las conchas haciéndolas semas, se bañaban en blanco en las galletas glaceadas, entraban y salian de la panadería gordas de tanto dulce no sin antes darle vueltas a la señora que atendía la panadería, la señora de las abejas, quien al verme quieto y medio impaciente dijo frente a todos: otra vez el de las abejas!


Sali dando pasos rapidos y cortos hacia fuera hasta llegar a la fuente para después abrir la bolsita de papel y sacar el tesoro de cajeta, poner a prueba la fortaleza de mis porta-aviones en la fuente y formar parte del folklor de la plaza. Pues con niños corriendo tras borbujas de jabon, coros gregorianos, cien personas con barderas blancas con una estrella en el centro, la señora de los elotes cantando a todo pulmon sus productos, un partido de futbol en el puesto de hotdog nadie se fijaría en un individuo que escapaba de la paranoica travesia de la panadería a la fuente para poner allí un puñado de barquitos de papel de 3cm de largo y uno de alto como todo loco de la ciudad lo haría.


En fin… allí otra vez me dieron ganas de saber de ustedes y por eso les escribo.


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